Llegad@s a este punto es evidente que las mujeres necesitamos sentir que nuestras maternidades son acompañadas por el sistema social. Al parecer nadie se ha dado cuenta que una madre no puede partirse en 2, aunque muchas lo han intentado, a lo largo de la historia. Es una realidad que el mundo laboral actual en general no favorece que la madre pueda ocupar ambas posiciones. Así que las mujeres de hoy a diferencia de las de otras generaciones hacen muchos más esfuerzos por estar a la altura. Pues se espera de ellas que sean grandes madres, cuiden, alimenten y trabajen fuera de casa. Hablo de todas las esas mujeres que se ven obligadas a dejar a su criatura en una guardería o escuela infantil antes de los 6 años. Mujeres que muchas veces se sienten obligadas a elegir su maternaje o su profesión ¿Acaso es posible hacer los dos trabajos a la vez? Tal vez en otras épocas era posible adaptarse a las necesidades de la crianza mientras te ocupabas de las labores de la casa o el campo. Una gran gran mayoría sabemos que en general cada día los rítmos del mundo laboral son más rápidos, exigentes y desbordantes, todo lo contrarío de lo que necesita una criatura en los inicios de su vido. ¿Por que será que nuestros gobernantes no se preocupan de favorecer está relación vital dentro de nuestro desarrollo madurativo? Si sabemos que en otros países si lo permiten. ¿Cuanto dolor y cicatrices ocultas pueden existir en el inconsciente colectivo como consecuencia directa de la carencia de afectividad y contacto en los primeros años? Hablo del tiempo que necesitamos para alimentar el vínculo afectivo entre madre y criatura, el tiempo para estar, escuchar, oler, mirar, sentir y acariciar a nuestr@s cachorr@s. El tiempo de calidad, dentro de esta relación simbiótica donde no solo nos nutrimos de leche sino de este alimento emocional igual de necesario durante los primeros años.
Si sabemos que estos momentos madurativos estan relacionados con: la formación de nuestro sistema nervioso, nuestra capacidad para sentir al otr@, vincularnos y empezar a sentirnos a nosotr@s mism@s dentro de un entorno seguro que nos sostiene y nutre ¿Podrían estar relacionadas la falta de estos cuidados, con la capacidad y el deseo de cuidar el medio en el que vivimos, en este cada vez más maltratado planeta? Estoy hablando de una relación imprescindible entre la figura materna y la criatura que nace inmadura, que en base a los cuidados recibidos empezará a mirar y abrirse al resto del mundo para seguir nutriéndose de otros afectos y vínculos, todo a un ritmo placentero, lento y pacífico, y ese ese tiempo relajado el que permite que vayamos integrando el medio que nos rodea al mismo tiempo que vamos alcanzando nuestra autonomía
Recordando ante todo la importancia de la tribu que nutre y acompaña, facilitando la intensa labor de la crianza. Porque las madres tambien necesitan que las cuiden, las acompañen y las mimen para poder dedicarse en cuerpo y alma a este gran milagro; que de no estar sostenidas por una tribu sana y consciente, puede pasar a convertirse en una relación totalmente diferente.
¿Cuantas madres e hij@s pueden darse el lujo y el placer de vivir esta relación al menos durante los 3 primeros años dentro de los sistemas modernos?
Llegad@s a este punto me pregunto ¿Cuantas seremos, autenticas, sinceras y verdaderas y, empezaremos a mirar, reconocer y amar nuestras propias crianzas con sus más y sus menos dentro de las familias de las cuales venimos? Me refiero a las memorias de todas madres, hijas de otras madres, que han trabajado y trabajan al mismo tiempo que crían, o simplemente intentan creer que su bebé estará muy bien atendido dentro de una guarderia o escuela infantil. Madres que a su vez fueron criadas por madres que tuvieron que sufrir la herida de la separación temprana. La mayoría de las veces condicionadas por la falta de recursos económicos y otras por la falta de recursos emocionales debidos a grandes carencias afectivas personales ¿Será el instinto materno algo que se hereda? o ¿Es algo se refuerza y se integra gracias a las propias vivencias?
Tal vez si el actual sistema de valores sociales empezase reconocer la importancia de esta relación simbiótica y las sociedades de todo el mundo recuperásemos el valor de engendrar y cuidar de la vida desde los inicios, permitiendo que nuestras criaturas, maduren a su ritmo en relación directa y contacto con la madre naturaleza y el padre universo. Tal vez entendiésemos que el dinero no es la auténtica fuente de la felicidad, y que el verdadero valor es recuperar el amor a todo lo vivo en este planeta donde la tierra nos alimenta y sostiene dentro de un sistema infinito.
A veces me pregunto ¿Cuanto dolor y cicatrices se hayan ocultas en el inconsciente colectivo de tod@s est@s hij@s que tuvimos que salir adelante y crecer en este mundo insensible a las a nuestras necesidades vitales?
Porque queridas familias la humanidad sin darnos cuenta estamos acabando con las materias primas de nuestro precioso planeta. Donde una gran mayoría de seres humanos con nuestros comportamientos búlimicos consumimos y devoramos sin consciencia los recursos necesarios para las generaciones venideras… ¿Estaremos sin darnos cuentan intentando huir del dolor y el vacío que provoca la falta o el exceso de amor?
Sea como sea siento que los seres humanos necesitamos reconocer que la maternidad es algo que se siente o no se siente y en este mundo diverso no todas las vaginas tienen el deber o el deseo de concebir. Así que como plantea Silva si este trabajo estuviese reconocido y remunerado dentro de las actuales sociedades y se concibiese con absoluta voluntad y placer las relaciones entre madres, hij@s y familias cambiarían, y de ese cambio lento pero seguro estoy convencida nacería una nueva sociedad.
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