Gestar o adoptar un hij@ muchas veces consiste en un deseo narcisista de proseguir con la propia existencia y formar una familia sin mayores compromisos y lograr cualquier tipo de transformación personal. Asumir la condición materna o paterna es una experiencia intensa y transformadora. Aparecen sentimientos de conservación y amor al mismo tiempo que nos vemos desafiad@s en nuestros límites de contacto, paciencia, entrega y responsabilidad. Vamos dejando atrás nuestra condición de hij@s y aparece quien se dedica a cuidar. Aunque no todas las personas que tienen hij@s pasan por esta transformación. La condición psicológica del cuidador es el resultado de su propio desarrollo infantil, de la estructura del carácter que desarrolló y del nivel de consciencia que tienen sobre su comportamiento personal. Aspectos que influyen en la calidad de la relación con l@s niñ@s.

LA CUIDADORA Y EL CUIDADOR SUFICIENTEMENTE BUEN@S: Winnicott “la madre suficientemente buena” la cualidad afectiva de la persona que el bebé necesita para su pleno desarrollo. La capacidad el adult@ de estar más atent@ al ritmo del bebé que a su propio ritmo personal. Viendo al bebé como un ser integral, dotado de todas las potencialidades y poner cuidado en protegerlo del riesgo de sufrir interrupciones en la continuidad de su desarrollo biopsicológico. Es aquella persona que busca trascender las limitaciones personales, sus estados de ánimo y su propia reactividad en beneficio de l@s pequeñ@s. Wilfred Bion llamó reverie (el factor de la función alfa de la madre) a esa cualidad del amor incondicional de la madre de acoger totalmente al bebé, de permanecer en una actitud de poder recibir, acoger, descodificar y ponerle nombre a las angustías de su hij@ para solo después devolvérselas debidamente desintoxicadas. No hablamos de un buen chico, una madre sufrida que utilizan a l@s hij@s para distraerse de sus propios retos personales o un padre víctima que esconde su miedo a los cambios tras la supceptivilidad de l@s pequeñ@s. Tampoco es la madre idealizada. Se trata de alguien con auténtica presencia ante lo delicado de un bebé que, aun después de nacer, sigue un tiempo con la susceptibilidad del estado uterino. Lo que impide a la persona estar del todo presente son las limitaciones de su propio carácter (con rasgos dominantes y automáticos teniendo oportunidad de madurar con el nacimiento de un hij@. En ocasiones son rasgos de indidvidualismo, cuando se abandona por el deseo personal. Otras una falta de firmeza amorosa: no saber decir que no y permitirle crecer sin límites y orientación. O podemos encontrar una excesiva rigidez que exige en demasía y de modo compulsivo. Engendrar o adoptar un hij@ exige un proceso de transformación personal y comprender el rol del acompañante de la infancia. El desafío será ayudarles a entenderse como seres únicos, a conquistar la autonomía, descubrir el propio cuerpo, apropiarse des sus talentos, avanzar en el aprendizaje e independencia y más tarde despegarse de ell@s y dejarles partir, sin culpas. No es nada sencillo desprenderse de aspectos de la la vida personal y dedicarse plenamente a los cruciales años del desarrollo inicial. Sin embargo es apasionante y transformador.

LA COMPULSIÓN A EDUCAR: El deseo de fusión y de placer de l@s pequeñ@s siempre encontrará un agente externo represivo y frustrante, Freud lo llamo principio del placer vs principio de realidad. A la exageración en las formas educativas que genera un exceso de frustraciones Reich lo llamó la compulsión de educar. En el artículo los padres como educadores la compulsión de educar alertaba de los daños patológicos del propio educador cuando siente necesidad de frustrar al niñ@. ¿Cuáles serán los motivos conscientes o inconscientes de esta práctica? REich atendiendo a la psicología de la educadora, destaca la necesidad de educar y de incentivar al adulto a tomar más consciencia de la importancia de sus acciones y reacciones junto a l@s pequeñ@s. Ya que su infancia se refleja en su modo de actuar.
La compulsión de educar puede observase en la relación entre niñ@s y adult@s, Ej: cuando los criterios educativos se van alterando según el estado emocional de l@s adult@s, cuando el adulto siempre tiene la razón aunque se equivoque, cuando proyectamos nuestros miedos sobre los pequeñ@, cuando interferimos el estado emocional infantil sin respetar el proceso biopsicológico, o cuando se necesita interferir constantemente para sentir que se está educando. REich escribió el carácter impulsivo y l@s padres como educadores la compulsión a educar y sus causas. Más tarde Alexander NEIL dio nacimiento a la escuela de Sumerhill, donde se fomentaron las propuestas de un proceso educativo que contemplaraba la salud física y psíquica gracias al autogobierno y al auto-regulación.

EL CULTIVO DE LA AUTO-REGULACIÓN, un principio sistémico y ético en la ed. Infantil. REich decía que hay dos cosas que no se educan, es decir que solo pueden auto-regularse, se refiere a la capacidad espontánea y visceral de todo organismo vivo en busca del equilibrio. Para que la familia y la escuela practiquen este principio, el sistema escolar y familiar también tendría que auto-regularse. Cultivar la ética de la auto-regulación es confiar en la sabiduría instintiva de la vida y en la certeza de que el ser humano nace esencialmente bueno. Donde cada persona nace con un potencial vital con infinitas posibilidades de desarrollo, siempre que no se frustre tanto que se restrinja hasta el punto de acabar perturbado. Para respetar este proceso la persona tiene que transformar su propia compulsión a interferir constantemente en el proceso de maduración. El trabajo central es preservarnos de las neurosis, respetar los ritmos de l@s niñ@s y revisar constantemente nuestras formas de educar. Cuando buscamos educar lo que no se educa podemos dañar la capacidad interna del niñ@ para encontrar su punto de equilibrio. En el nombre de una buena educación o por miedo a perder el control nos dejamos llevar por la compulsión a educar, dando lugar a una niñ@ socio-regulada, incapaz de desarrollar su propia identidad en el mundo.
EL RESPETO BIOPSICOLÓGICO: La práctica de la auto-regulación conlleva el respeto al rítmo del movimiento pulsátil del organismo, en su flujo de tensión-carga-descarga-relajación. Debido a lo delicado del desarrollo inicial, la interferencia en el movimiento de contracción y expansión organísmicas genera formas más contraídas o más expansivas de actuar y reaccionar, con mecanismo de defensa y estructuras corporales características. Las pulsiones orales van a encontrar amparo y regulación en el vínculo afectivo, en la pulsación entre su cuerpo y el cuerpo de la madre, hablamos de la natural sexualidad infantil. Atención porque cuando la maduración sexual llega a l@s órganos sexuales, alrededor de los 4 años la carga moral de la familia crece incluso en la actualidad. El útero biopsicológico y la contención afectiva respetan los mecanismos de auto-regulación dando sentido al paso del espacio intrauterino al extrauterino y sucesivamente de fase a fase de acuerdo con las aptitudes y las crisis de cada etapa. En el mundo en el que vivimos es un poco complicado porque vivimos bajo una regulación social avasalladora e impositiva. Pero su cultivo mejora el carácter y la salud biopsicológica de las siguientes generaciones.
NIÑ@S RESPETA@S NIÑ@S PACÍFIC@S: el respeto en el desarrollo biopsicológico hace que se respete, se adapten con facilidad y no se conviertan en furiosos competidores. Estos niñ@s viven el mundo y no están en su contra, aprenden rápido y no cargan con mensajes del tipo no vales. Son claros en su comunicación y saben lo que sienten.
Todas las personas sobre la tierra están en condiciones de aprender que hay otros caminos además de la educación autoritaria. Creo que la humanidad sería más pacífica si no obligáramos a l@s niñ@s a realizar determinadas tareas sino que los incorporáramos a las decisiones y los dejáramos crecer prioritariamente con decisiones propias. Una cierta disciplina es necesaria y eso es posible en la medida en que la prohibición viene acompañada de explicaciones sencillas. REich
Philipson y Reich observaron que, cuando las necesidades fundamentales de los niños son atendidas, estos aprenden a aceptar e integrar las frustraciones y adaptaciones que son inherentes a la vida. Esto se daba más rápido y mejor si habían sido biopsicológicamente respetad@s que en aquell@s que habían perdido en contacto con su ritmo interno, los cuales habían aprendido a reprimir sus sentimientos naturales y hasta sus necesidades biológicas básicas. Siempre que tengamos consideración por las necesidades de auto-regulación, respeto biopsicológico y vínculo seguro de l@s más pequeñ@s, la vida avanzará con grandes oportunidades en dirección a la salud y el bienestar. Reich fundamentó su hipótesis de que existe un proceso firme y confiado de maduración psico-somática en la adecuada expresión del flujo vital = satisfacción de las diversas fases por diferentes objetos. Serrano cita a Reich.
“Hay cosas que no se educan” Wilhelm Reich.
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1- La falta de vínculos afectivos compromete la formación inicial del cerebro
2- El papel decisivo de l@s adult@ y la triste historia de la infancia
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Extractos del libro Infancia, la edad sagrada, años sensibles en que nacen las virtudes y los vicios humanos
Fotos: google.com
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Muchas gracias por sumar 😉 Un entrañable abrazo
Agur
Jon Ander
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Muy interesante el artículo. Resulta que ayer leí otro titulado «Criar sin mapas», una serie de reflexiones feministas sobre la maternidad publicado en el periódico «Diagonal» http://www.diagonalperiodico.net/cuerpo/20469-criar-sin-mapas.html
que critica las dicotomías en los modelos de crianza, cuestiona algunos presupuestos de la crianza con apego y lanza alguna propuesta inicial. (Copio literalmente). Creo que puede ser una buena aportación para el debate sobre crianza y educación.
Saludos cordiales
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