A las distintas alteraciones de la realidad y percepción de la vida personal y social, Wilhelm Reich las llama PESTE EMOCIONAL. De esta forma existe la coraza que tod@s nosotr@s llevamos y otra mucho mayor, la coraza social, encarga de transmitir gran variedad de comportamientos mecánicos, represivos, inmaduros, inconscientes, etc, nacidos dentro de las diferentes culturas a lo largo de toda nuestra historía los cuales se siguen modernizado.
No nos ha de ser extraño que las personas carguemos con actitudes, ideas e incluso valores, que no tienen que estar relacionados con las necesidades del desarrollo de la VIDA durante INFANCIA: vinculo seguro, salud biopsicológa y auto-regulación.
Sin darnos cuenta siglo tras siglo esta gran enfermedad individual, familiar y psicosocialmente sigue afectando tanto a los seres humanos como a nuestra conexión profunda con la naturaleza.
Un ejemplo de esta peste emocional hoy día vería representada por el exceso de valores consumistas en detrimento de valores ecológicos, el conformismo colectivo y la falta de sentido común con respecto a la salud global del planeta.
Nuestro actual sistema de valores y forma de vivir está afectando e incluso alterando nuestro propio proceso ontogénico, interfiriendo cada vez más en el equilibrio ecosistemico del planeta, afectando y alterando la propia naturaleza de los seres humanos: nuestros instintos y capacidades humanas fundamentales.
¿De que nos extrañamos? Es posible olvidar de donde venimos much@s de nosotr@s no nacid@s en hogares y familias que no reunían las condiciones necesarias para que la vida infantil se desarrollara sana. De la mano de adult@s capaces de permitirse escuchar su propia conciencia, entrar en contacto con sus emociones profundas, reconocerlas, cuidar las y, atreverse de verdad a ser ell@s mism@s.